El patrimonio involuntario del muelle Barón
Por Alvaro Benavides
Un lugar de descanso y reflexión para humanos, gaviotas y lobos marinos por igual.
No es posible ser porteño y no haber divagado sobre el pasado, el presente y el futuro al menos una vez frente a esa puesta de sol mitológica.
En ese espacio abierto y pacífico el tiempo se detiene y las emociones fluyen al ritmo embriagador de las olas. Amigos, parejas y familias ocupan sus tardes con ese silencio que llena. Sólo estar.
No es legalmente monumento patrimonial, por ende nadie está resguardando su preservación, como se hace con muchos otros lugares en Valparaíso. Así que es muy posible que un día próximo, por el impacto constante de las olas, se caiga, y tanto los humanos como los animales pierdan ese segundo hogar que habían hecho suyo.
Pero como tantas otras cosas en nuestra cultura, parece que estamos esperando que se lo lleven las olas, o el próximo proyecto de shopping center.
Comentarios
Publicar un comentario