Descubriendo Combarbalá (31/05/2015)
Por Romina Cristi
A mediados de marzo dejé Santiago para
vivir un tiempo en Combarbalá. Un cambio radical en casi todos los aspectos de
la vida, lo cual aviva tu sentido del asombro. En este lugar de la cuarta
región, emplazado a los pies de la Cordillera de los Andes, predominan los
colores de los cerros que se imponen y rodean todo el paisaje. Llegué aquí a la
hora del atardecer surcando un camino ondulante que parecía atravesar un mar de
cerros azules, rojos, lilas, morados… Fueron esas primeras impresiones las que
definen mejor la esencia de este lugar, siendo eso lo que traté de plasmar en
este primer dibujo. Debo comentar que resulta un poco difícil captar las luces
en ese momento del día ya que a esa hora el sol baja rápido y los colores mutan
a una gran velocidad.
Reconociendo un poco el nuevo lugar, hice
unos pocos dibujos en la plaza: Esta es la iglesia San Francisco de Borja,
construida en adobe y madera en 1974, es protagonista en el paisaje del pueblo
que en su mayoría se conforma por edificaciones de 1 o 2 pisos.
Siguiendo con el paseo, encontré en una
calle cercana a mi casa, algunas micros abandonadas de otra época… como si
fueran postales antiguas congeladas a un costado del camino. En la bitácora
queda perfecto uno de los boletos de los buses Combarbalá que hoy en día
conectan directo a Santiago y que aún conservan ese antiguo estilo y color.
Otro lugar importante en el pueblo es el río, pero que dada la condición de grave escasez hídrica que se vive acá, ya no trae agua de manera superficial. Aquí hoy predominan los tonos tierra junto a los grises azulados de las piedras, sin embargo, a pesar de que el agua no se ve, el lugar no deja de transmitir su mística.
¡Espero que les haya gustado el primer
reporte desde estas tierras nortinas! Saludos a todos.
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