Casona Santa Rosa de Apoquindo

Por Erika Brandner

Fachada de la Casona - Erika Brandner
El domingo 26 de marzo los Urban Sketchers fuimos a croquear a la Casona Santa Rosa de Apoquindo. Tal vez el nombre no les dice mucho pero de seguro habrán notado un maravilloso parque y elegante casona en la esquina de Colón con Padre Hurtado, comuna de Las Condes. Bueno, yo desde chica que pasaba por esa esquina, soñaba con algún día entrar y me preguntaba quien tendría la suerte de vivir en un lugar tan bello. Por eso en este post he decidido incluir todos los dibujos que nos llegaron, porque cada uno aporta un poquito más de detalles y más impresiones de este imponente lugar.

Parte del Grupo, con rostros conocidos y algunos nuevos, incluso una visitante de México

Ese día se fue juntando un grupito de rostros conocidos y algunos nuevos, con todos nuestros materiales dispuestos. Tuvimos que esperar a que abrieran, un poco más tarde de lo que pensábamos y de la hora oficial. En realidad yo alcancé a hacer un croquis durante la espera, desde el auto dado que me dejaron estacionar pero no pasear hasta la hora oficial de apertura. Con los permisos correspondientes nos acomodamos de manera de poder apreciar la belleza de la fachada principal de la Casona Santa Rosa de Apoquindo, la hermosa propiedad ubicada en la esquina de Padre Hurtado y Cristóbal Colón,

Vista de los patios y parterres de la Casona - Jorge Salinas


Algunos sentados en el borde de una fuente, otros apoyados en los añosos árboles del magnífico parque, nos sumimos casi en silencio a la labor de captar tanto detalle de esta magnífica obra arquitectónica. El ambiente era de completo relajo. Eramos los únicos a esa hora de la mañana y estar ahí, entre la casona, el parque, los grandes espacios, nos hacían sentir fuera de Santiago, como en un mundo aparte, cercanos al campo y a la tierra. 

Fachada de la Casona - Gustavo López
HISTORIA

Cuando Pedro de Valdivia llegó al valle que bautizó como Santiago en 1541, convocó a los caciques Huelén-Lara, Vitacura, Tobalaba y Apoquindo para decirles que venía en nombre del rey de España y que a cambio de obediencia, les entregaría protección. Apoquindo, respetado y dócil, fue encomendado a doña Inés de Suárez, y con él, las tierras donde hoy está emplazada la Casona Santa Rosa de Apoquindo. En 1621, el primer español en ocuparlas fue don Juan Bautista de Ureta y Ayala. Treinta años después, el alcalde y corregidor de Santiago, Juan Rudolfo Lisperguer (primo de “La Quintrala”) compró los terrenos y pasó a ser su primer propietario, durante tres décadas. Más tarde, durante gran parte del siglo XVIII, el paño de más de 450 hectáreas pasó a manos de la familia Díaz Pimienta y Grez, hasta que fue vendida en 1795 a Manuel Coo y Ureta. Diferentes historiadores coinciden en que la actual casa fue construida en esta época, ya que las investigaciones de los materiales empleados en ella así lo demuestran. hasta mediados del siglo XIX, la propiedad era conocida como “Lo Coo”.

Vista de la Casona y los edificios que la rodean - Alvaro González

La histórica casa Santa Rosa de Apoquindo fue construida a inicios del siglo XIX y en 1859 la adquiere don Manuel Blanco Encalada, primer Presidente de Chile en 1826 y Comandante en Jefe del Ejército durante la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. como residencia de verano y quien la rebatió como “Lo Encalada”. Vivió allí durante 30 años e incluso murió entre sus muros. Durante ese periodo, se encargó de refaccionar la casa con frisos y columnas (más propios del estilo portugués que español), la decoró con elegantes muebles, obras de arte, alfombras y tapicerías. Además, diseñó un hermoso parque con diversas especies de árboles. Es por todos estos sucesos que en 1981 la casa pasó a ser Monumento Nacional.

Vista de la Casona y los edificios aledaños - Jorge Salinas
En 1898 la compró en remate don José Eugenio Guzmán Irarrázabal, quien quien la transformó en una hacienda productiva con lechería y viña y le dio su actual nombre “Santa Rosa de Apoquindo”, en honor a su señora, doña Rosa Montt, hija del presidente Manuel Montt. En este período se modificaron las austeras líneas de la arquitectura criolla otorgándole un aire más europeo, con influencias neo renacentistas italianas y portuguesas. Más tarde, en 1919, la propiedad pasó a manos de su hijo Roberto Guzmán Montt, primer alcalde de Las Condes y bisabuelo de las últimas dueñas, las hermanas Gandarillas, quienes en 2004 la donaron a la Municipalidad y que estaba a mal traer por el terremoto de 1985, con la intención de que se convirtiera en parte del patrimonio público de la ciudad y cumpliera con una labor cultural.
Vista de la Casona - Daniela Monterrosa


La Municipalidad de Las Condes en conjunto con el Instituto de Restauración Arquitectónica de la Universidad de Chile realizaron un delicado proceso de recuperación y conservación que consideró la casa, el parque y el cuerpo adyacente conocido como “la llavería” y que permitió que en el año 2008, la casa se abriera a público, enteramente decorada con muebles y decoración de época, donde uno se iba adentrando en la forma de vivir con lujo del siglo XIX. La idea era que para las celebraciones del Bicentenario, se convirtiera en el “Museo del Siglo XIX” que recrearía la manera de vivir de la clase alta chilena, albergando sólo piezas originales. 
Fachada de la Casona - Carolina Hunrichse


Pero el terremoto de 2010 volvió a dañar severamente la construcción, haciendo que fuese cerrada nuevamente. Cuando se reabrió, el enfoque cambió y al interior de la casa ya no se encuentras los muebles antiguos sino que sólo se conserva una lámpara de lágrimas y el piso de parqué. Hoy es un Museo de Arte Chileno, gracias a la donación de uno de los coleccionistas más destacados del país, don Ricardo MacKellar, en un museo con cerca de 120 obras de artistas chilenos, en torno al tema “Retrato y paisaje”, que incluye a destacados artistas como Pedro Lira, Alfredo Valenzuela Puelma, Juan Francisco González, Pedro Luna, Arturo Gordon, Camilo Mori y Enriqueta Petit, entre otros. 

La Casona - Ricardo Martínez


Detalle de una de las rejas de entrada - Erika Brandner
LA LLAVERIA

El Cuerpo “la llavería” y las Caballerizas de la antigua casona, de estilo chileno, alberga hoy salas de talleres y la importante muestra del Museo de la Chilenidad: valiosas piezas de la historia del campo chileno, a través de colecciones de estribos, espuelas, chamantos y , sombreros, monturas desde el siglo XVI, además de poder conocer más acerca de la raza caballo chileno.

La Llavería - Gustavo López
La Llavería con el toldo y las sillas preparadas para una muestra de cine
La Llavería vista posterior - Erika Brandner
EL PARQUE:

Imposible no destacar el maravilloso parque de la propiedad, que se puede observar desde las calles Colón y Padre Hurtado, representa cómo las familias acaudaladas de Chile del siglo XIX se preocuparon por mantener hermosos parques en sus casas, ya que la naturaleza era vista como una de las más importantes fuentes de inspiración del romanticismo. Este parque fue mandado a hacer por el propio Manuel Blanco Encalada. Hoy el parque tiene 70 mil m2, destinados a un lugar de juegos y paseos y otro, igualmente accesible, pero donde se mantiene con mayor cuidado la flora (cedros del Líbano, Palmas chilenas, Araucarias brasileras, palmeras cocus plumosas y sequoiadendrones) y el diseño original.

Palma Chilena en el Parque - Ricardo Martínez



El espeso bosque que invita al parque - Daniela Monterrosa




Pequeño jardín interior - Carolina Hunrichse




Vista del jardín interior - Ricardo Martínez


El grupo local
La mini exposición de rigor 







 

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